lunes, 16 de enero de 2017

No lo veo nada claro

Ahí está
la perfecta silueta de mi pasado
empotrada en el asfalto
como una calcomanía:
la sombra de lo que fui.

"Después de todo
-le cuento al oído,
agachando la cabeza-,
te echo de menos,
y eso que no me gustas demasiado.
Pero mira lo que hay aquí
-digo clavando la mano en el esternón-:
este experimento de futuro,
esta promesa de arrugas,
este tiempo con techo de gasto...

No lo veo nada claro".

Al levantar la vista
un gráfico espejo
me dispara:

Soy yo,
y detrás
un pequeño reflejo,
un claroscuro,
una sombra.

Eso debe de ser
la esperanza
-pienso-,
la intuición
de que hay algo en el fondo
todavía por perder.

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