Completamente viernes,
abrumados de noche,
salisteis a las calles amarillas
entre farolas frías
y el calor de dos cuerpos
consumidos de ansia.
Todo el fin de semana
ardiendo en vuestros pies.
Todo el deseo del mundo
hirviendo en vuestras bocas.
Cosidos a besos con sabor a risa
llegó la mañana a guiñaros un ojo.
Os escondisteis en sábanas
como grutas siniestras
y os devorasteis los cuerpos
hasta quedaros en nada.
Al tercer día resucitasteis
… pero entonces fue lunes
y ya nada era cierto.